lunes, 5 de septiembre de 2011

DOS NUEVOS POEMAS DE JOSE PALAZUELO

Incluyo aquí otras dos composiciones de mi malogrado amigo Palazuelo, dos suertes de soliloquios, en los que la voz poética aparece desdoblada dramáticamente hacia la 2ª persona gramatical. Ya se ve también cómo ambos poemas son series de endecasílabos, heptasílabos y alejandrinos asonantados en los pares y con un moderado uso de los encabalgamientos. Vienen a insistir, en su lenguaje e imaginería, en el peculiar mundo moral del poeta. Tanto el uno como la otra se me antojan demasiado abstractos y conceptuosos, aparte de incidir de nuevo en su costumbre de, mediante esa disposición de como círculos concéntricos en las comparaciones y el juego metafórico, intentar aislar el objeto del poema, que en ambos textos no es sino el desconsuelo y el cansancio que le provocan los amoríos y sus casi inevitables dersengaños. Hay quizá un exceso de patetismo, sobre todo en el símil final del segundo poema, en el tratamiento del asunto, que a mi juicio no alcanza a deslucir del todo la de todos modos más que presentable factura técnica de los poemas. En cualquier caso el lector dirá.



I




Son solo las atronaduras



y los defectos indisimulables



de tus vetas lo que a ellas las consagra



como acreedoras de muy turbias claridades,



diluidas si tal en una aguada



desmañada y muy torpe



y maceradas por la amable impertinencia



de esa luz excesiva que a su imagen



en falso siempre otorgaste





y de ahí, congruentemente,



ese remusgo que en todostus lances



queda, sus resonancias



de no poco hastío y postración,



las secas tarascadas del vinagre



del rencor, en ya viejo y consabido



juego cuyos modismos y ademanes



te dejan siempre en medio



a mitad de camino



--y con la sensación de un mutuo fraude--,



entre una voluptuosidad forzada

y una espera pendiente



de no sé qué calambres



embriagadores, en esta desidia



espesa y sin fisuras, sin ambages:



destellos de un sol sucio



que en renegridas hebras se deshace.



II




De entre todas tus harto habituales



maneras de pecar, no es la más leve



---y mucho más aún,



pues que es seguramente



la más insidïosa y aberrante,



y no sé si también



la más delicuescente---



esa por la que, y del todo a sabiendas,



te dejas tú arrastrar, tan sólo inerme



hasta un cierto punto,



como a algún mandado dispuesto y obediente,



como aherrojado a un placer reactivo,



y como tal lastrado



ya antes de nacer, tan indecente



y algo pueril al tiempo,



que viene al fin y al cabo a resolverse



---pero de esto también



tan sólo a posteriori eres consciente--



en el morboso y hosco cosquilleo



del arrepentimiento, por mal nombre,



o en su complementario, el muy pedestre



y aún más turbulento



engolfarse y perderse



por las inacabables galerías



de algún desaguadero adolescente



---inevitablemente algo patético---;



y así, por todo esto,



pues no puedes tú menos de hacer que te avergüence



un poco más, y no por el pecado



en sí, no, porque este,



como bien saben los jueces y curas,



siempre dispone sus grados y leyes



de manera objetiva, como externa,



en tanto a aquel no sabes qué freno tú oponerle,



y te dejas llevar



entre desesperado e indolente,



tal como algún semivarado esquife



entre isla y corriente,



como sucio y abarquillado harapo



de papel de periódico, tirado en una esquina,



por ahí, a la intemperie.

1 comentario:

  1. En que estaba pensando Palazuelo cuando compuso estos versos? son tan tristes y atormentados como hermosa la foto que los acompaña

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