I
Son solo las atronaduras
y los defectos indisimulables
de tus vetas lo que a ellas las consagra
como acreedoras de muy turbias claridades,
diluidas si tal en una aguada
desmañada y muy torpe
y maceradas por la amable impertinencia
de esa luz excesiva que a su imagen
en falso siempre otorgaste
y de ahí, congruentemente,
ese remusgo que en todostus lances
queda, sus resonancias
de no poco hastío y postración,
las secas tarascadas del vinagre
del rencor, en ya viejo y consabido
juego cuyos modismos y ademanes
te dejan siempre en medio
a mitad de camino
--y con la sensación de un mutuo fraude--,
entre una voluptuosidad forzada
y una espera pendiente
de no sé qué calambres
embriagadores, en esta desidia
espesa y sin fisuras, sin ambages:
destellos de un sol sucio
que en renegridas hebras se deshace.
II
De entre todas tus harto habituales
maneras de pecar, no es la más leve
---y mucho más aún,
pues que es seguramente
la más insidïosa y aberrante,
y no sé si también
la más delicuescente---
esa por la que, y del todo a sabiendas,
te dejas tú arrastrar, tan sólo inerme
hasta un cierto punto,
como a algún mandado dispuesto y obediente,
como aherrojado a un placer reactivo,
y como tal lastrado
ya antes de nacer, tan indecente
y algo pueril al tiempo,
que viene al fin y al cabo a resolverse
---pero de esto también
tan sólo a posteriori eres consciente--
en el morboso y hosco cosquilleo
del arrepentimiento, por mal nombre,
o en su complementario, el muy pedestre
y aún más turbulento
engolfarse y perderse
por las inacabables galerías
de algún desaguadero adolescente
---inevitablemente algo patético---;
y así, por todo esto,
pues no puedes tú menos de hacer que te avergüence
un poco más, y no por el pecado
en sí, no, porque este,
como bien saben los jueces y curas,
siempre dispone sus grados y leyes
de manera objetiva, como externa,
en tanto a aquel no sabes qué freno tú oponerle,
y te dejas llevar
entre desesperado e indolente,
tal como algún semivarado esquife
entre isla y corriente,
como sucio y abarquillado harapo
de papel de periódico, tirado en una esquina,
por ahí, a la intemperie.
En que estaba pensando Palazuelo cuando compuso estos versos? son tan tristes y atormentados como hermosa la foto que los acompaña
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