E L A U T O R








Es difícil explicar la fascinación que desde siempre he sentido por esta curiosa práctica, a la vez tan intemporal como inactual y extempórea --y aún más en los tiempos que corren, quizá incluso peores que los que Brecht tenía en mente cuando escribió Malos tiempos para la lírica.--
    
 Probablemente la cosa empezó ya en el bachillerato. Tuve la suerte de contar un curso, con un cura como profesor de la asignatura de Literatura que hacía gala de, sobre un excelente oído para el lenguaje vivo de la calle, un nada despreciable conocimiento de la tradición poética literaria en castellano y una necesaria atención y respeto para con las convenciones de la preceptiva y la versificación tradicional. También  ---cosa sin duda insólita en la época--- nos leía alguna vez en voz alta a Baroja, a Camus, a Steinbeck.Por cierto, este buen padre acabó mal, porque sus superiores decidieron trasladarlo a otro colegio, quitándolo discretamente de en medio, cuando empezaron a hacerse de dominio público sus irrefrenables aficiones pederásticas. Esto, de todos modos, no pasa de anécdota. A lo que iba: a mí me fascinaba oír leer a este hombre: pese a ser originario de un pueblecito de la provincia de León, pronunciaba las consonantes de manera muy marcada, velarizando mucho las implosivas y casi ensordeciendo, a la catalana, algunas oclusivas. Decía cosas como verdat. Esto hoy me disgustaría, pero entonces me llamaba mucho la atención porque lo consideraba raro.
    
Un año después hubo un segundo cura, encargado de la asignatura, que tenía como modus operandi el hacernos recitar de carrerilla repertorios de títulos de libros y nombres de autores sin que llegáramos jamás a leer una sola página de nadie, en prosa o en verso. Prefiero olvidarme de él, porque casi me quita del todo la afición y la curiosidad.
     Un tercer ensotanado recuerdo que llevaba la disciplina de Gramática, que él prefería llamar invariablemente castellano,que había memorizado una especie de apuntes, muy normativos, que debían funcionar como sistemas de preguntas y respuestas. Preguntaba, por ejemplo, ¿Qué son las perífrasis verbales? Y había que responder: son aquellas que tienen un carácter especial de obligatoriedad. Nos ponía en corro y una respuesta equivocado suponía bajar un puesto en la clasificación.
     Por lo demás, estos docentes me influyeron y marcaron más que los que posteriormente conocí en la facultad, la mayoría de los cuales pasaron sin pena ni gloria.