Comoquiera que, curioseando ayer por las Redes, me he topado con unos versos que Juan A. Negrete incluye en su blog, versos dedicados a Agustín, y en los que son muy de agradecer su notable buen tino y factura (del mismo tipo y carpintería de los que el maestro se medio inventó en su versión castellana de Ilíada, y ya años antes de ésta en su Endecha y en algunas otras piezas más breves), y comoquiera que ya va para seis años (Qué es el Tiempo?) que Agustín dejara este bajo mundo, pues me he acordado de cómo yo por mi parte también, transcurridas solo un par de semanas después de aquel óbito, me atreví a urdir unos versos conmemorativos que hasta ahora me habían quedado por ahí medio arrumbados. Los copio, valgan ellos lo que valgan y alcancen dónde alcancen, que de todos modos tampoco van a servir para aconceñar la nostalgia que de tu falta a todos los que te queríamos y admirábamos nos dejaste. Pues eso.
A él, que vivió de siempre
contra el Señor,
y contra él
alzara la palabra
---rosa de nadie---
con el dardo y el martillo
y el cincel,
en pos de un algo muy vago,
de algo que allí, tan cerca
como tan lejos,
nos rebulle,
de un algo desde por donde
medioatisbarse pudiera
un mundo nuevo, sí,
pero al revés,
dicen que a él,
a él mismo nos lo ha matado
de aquel Poder altidiota
la dura Ley;
dicen por ahí que el gran Dios
de insaciables colmillos
a él se nos lo ha llevado,
que a traición
segó su mies,
como igual nos llevará,
matándonos en vida,
el día que así lo quiera,
a nosotros todos
ay, también;
ah, pero es puerca mentira
de la firma hasta la cruz:
desde el rugoso haz
al frío envés,
la idea del vulgo culto
que el Amo siembra
por doquier,
y hay así pues que cantarla
---pues mentira es---
en corro todos
una vez y por siempre
y otra vez;
sí, pues que habréis de ver
cómo aquella patraña
se nos revela de frente
y al bies:
y contarnos se nos deja
a modo de muy averiada
loa del entremés;
y pues que, oídme,
que no, que no pues,
que no hay ningún Dios que pueda
---ni Dios ni Ley---
matarla jamás la vida
y ni Dios ni Ley
cuya música no pueda
a contradanza bailarse
o a contrapié,
y que todo lo que en torno
a ti ves,
ni es todo cuanto hay o hubiera,
ni es lo que es;
y por todo eso
---así pues---
pues tu estela y luz irradian
maestro sabio y bueno,
a cercén,
y tu voz suena en tus barbas,
tu saturniana sonrisa
y en tu piel,
y por cima de lo vacuo
de toda futuridad
y postrimería y estólida
nombradía
y oropel,
viva lo que mucho vivió
y ha vivido y vive
siempre en pie,
sea lo que sea quien viva,
y lo que será y ha sido,
o sería o fuera
y era y es.
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