viernes, 19 de enero de 2018

UN SECRETO ALGO DECEPCIONANTE


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Stefan Zweig. Ardiente secreto. Barcelona. Acantilado. 2017.Traducción de Berta Vías.121 pp.
------------Brennendes Geheimnis, pp. 7-85 de Meisternovellen. Frankfurt. Fischer Verlag. 2016.

                La historia ocurre, como no podía ser de otro modo, en un balneario centroeuropeo y en esa peculiar belle epoque  que hubieron de constituir los años inmediatamente anteriores a la Primera Gran Guerra. Allí coinciden, cada cual por su lado, una atractiva y elegante señora, esposa de un abogado vienés, acompañada de su hijo de trece años, y un joven aristócrata y alto funcionario que ha aprovechado su atractivo entre las mujeres y sus bien engrasadas maneras mundanas para convertirse en seductor profesional. A la espléndida disección anímica de cada uno de ellos, a sus ilusiones, inseguridades y miserias, se une la muy sabia y bien dosificada progresión de la trama con sus fintas y recovecos, que acabará en el quiebro último, pensado sin duda para  la gracia de precipitar un final que ni es el que espera el lector ni el que parecería desprenderse del preliminar anclaje y juego entre los tres personajes.Ante todo por la metamorfosis operada en Edgar, el muchacho, cuya maleable ingenuidad infantil acabará trocándose en una racionalidad fría y seca puesta al servicio del ansia de venganza y una capacidad de reacción que lo sitúa en los bordes mismos de una personalidad tiránica y no exenta de subrayados perversos.....para cambiar de nuevo en la conclusión de la novela. Y es que el secreto del título no es solo el de la liaison adúltera ----paradójicamente no consumada--- que el chico no deberá revelar a su padre, sino también, de modo ambiguo, el del comportamiento final de aquel, que hace lo contrario de lo que cabría presumir.

            Comparece aquí, pues, casi toda la panoplia de las pasiones humanas, el narcisismo, los celos, la venganza, la humillación y el entusiasmo, operando todas por debajo de la máscara teatral que envuelve la comedia de las tres criaturas. Mathilde esconde, tras su orgullo de casta, su secreta infelicidad y la duda que la atormenta; el Barón se parapeta en su desenvoltura mundana para ocultar su hastío y su vacío moral; el adolescente Edgar se debate en la tensión ente sus ansias de crecer, sus prisas por ser adulto y acaso también la peculiar servidumbre de su fijación edípica: me parece que a la contextura espiritual del muchacho, tal como aquí se la pinta, no le son en absoluto ajenas las teorías freudianas, que Zweig tenía en no poca estima.

           Lástima que, por lo menos para mí, el inesperado final del relato acabe condescendiendo con un moralismo blandengue y buenista, donde la aceptación del más rancio convencionalismo burgués aparece aderezada, para más inri, con algunas observaciones que se dirían propias de cura director de ejercicios espirituales. Y tal salida defrauda, por mucho que  con ello no quede en absoluto desactivado e inoperante el encanto que había presidido la mayor parte de la novelita y por mucho que Zweig demuestre ser agudo conocedor de los vedados engranajes del corazón y en particular de los del alma femenina. No habría que considerar ésta a mi juicio la mejor de sus novelas, pues no alcanza la cerrada perfección de, por ejemplo, Carta de una desconocida o de la  Novela del ajedrez, leídas en español hace ya años, incluídas ambas en en la recopilación de la Fischer y que pienso intentar leer en alemán y acaso ocuparme de ellas en una futura entrada de este blog. Todavía el otro día pasé un gratísimo rato volviendo  a ver la versión cinematográfica que de la primera de ellas hiciera en 1948 Max Ophüls, con Joan Fontaine y Louis Jourdan, uno de los más sensibles y delicados melodramas que he encontrado en el cine.

             Algunas observaciones respecto a la traducción. La de Vías me ha parecido en general excelente, y cumple con creces lo que debe exigirse a una buena traducción literaria: hasta tal punto ha sabido la traductora reproducir en español tanto las sutilezas y sinuosidades de la prosa de Zweig como la resonante sombra connotativa de las palabras, sin desatender nunca la casi continua ironía subyacente. Podría observarse si acaso que, en su afán de precisión, caiga alguna vez en lo que habría que considerar como esa  peculiar forma de amplificatio ----y no me refiero, claro está, al problema de ciertos pronombres personales y posesivos, donde aquella es inevitable al carecer algunas de esas formas en español de variación de género--- en que, sin desvirtuar ni violentar el sentido, se  dice en la lengua terminal algo que en el el texto original literalmente no figura, pero que ya el lector mínimamente avisado sobreentiende sin esfuerzo alguno. Así (p. 36 de la ed. española y 25 de la alemana) trollte er sich in del Gängen herum, sobra el último complemento en español al verter:  anduvo errando por los pasillos del hotel,pues es en un hotel donde están los personajes y donde se desarrolla toda la acción. Algo parecido ocurre una página anterior : Dass sein Bemühen bei dieser Frau nicht vergeblich sein würde, hatte viel Wahrscheinlichkeiten, que Vías convierte en Tenía muchos motivos para creer que sus esfuerzos para conquistar a aquella mujer no serían en vano, donde parece ocioso el para conquistar cuando hubiera bastado con aquella mujer; además de que el equivalente más preciso de Wahrsscheinlichkeiten es probabilidades, que por lo demás se adapta perfectamente al contexto y hace redundante y un tanto gratuito el motivos para creer. Pero son de todos modos cuestiones de tono menor que, como sugerí más arriba, en nada desmerecen la excelencia de la versión.

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