I
(Leyendo Sobre
la guerra, de Ferlosio)
Trofeos de la Historia.
Espiritada y fatua como un espadachín,
nos cuenta sus hazañas:
la fanfarria sangrante
de patrias y de imperios,
al turbio flamear de las banderas,
su hedor a carne muerta,
al barro entumecido
en los descalzos pies de las trincheras
y a carne de cañón para sahumar la llama
votiva, el memorial
encomio entrecortado
en la voz aflautada de los próceres.
II
Trofeos de la Historia.
Espiritada y fatua como un espadachín,
nos cuenta sus hazañas:
la fanfarria sangrante
de patrias y de imperios,
al turbio flamear de las banderas,
su hedor a carne muerta,
al barro entumecido
en los descalzos pies de las trincheras
y a carne de cañón para sahumar la llama
votiva, el memorial
encomio entrecortado
en la voz aflautada de los próceres.
II
Si una blanca nevada de avefrías
mi cielo oscureciera,
y mi pálida cifra y mi guarismo vano
se hundieran para siempre
en el vasto arenal de los olvidos,
la rosa intacta quedaría entonces,
el mojón perdurable y el cómplice calor
de tu inviolada gracia.
Y así podría decirse
que la vida abrevó, que llegó al centro,
bebió la pura escarcha
del más recóndito de los veneros
y el alto sol que en su esplendor amasa
el oro enjaezado de los trigos
y que no todo fue de la ceniza.
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