domingo, 27 de mayo de 2012

DOS POEMAS AMERICANOS




I
Oyes su crepitar
en esta alba lluviosa
preñada de presagios,
veo y oigo tu rostro,
todos los ruidos y silencios palpo,
que al ocultárseme se me rebelan
al otro lado de tu espejo pálido,
tu aliento y cara siento
como el presente de hoy,
pero, ay, inseparable de un  pasado
ambiguo e inquietante,
también prendido en la solitaria rosa
de esa que se adormece, tan suave, a tu costado,
espejos quebradizos,
el uno con el otro,
a la vez uno y ambos,
América de los extremos que se tocan
criando grumos ácidos,
América de inmensas avenidas
tras todos los futuros y espantajos,
que de consuno a ti te alimentan y nutren,
ebrio gigante con los pies de barro.

Y el embeleco y la inocencia
de toda ti columbro,
los entreveo y masco,
de tus dulces colinas boscosas y aquietadas,
los arces venerables, las veredas idílicas,
tapizadas de verdes,
del valle alto del Hudson,
oh América del mito y del laurel de Withman,
de tanta lenta aurora acuchillada
por los hombres sin rostro ni entrañas ni cuidado,
América, tan moribunda y viva
en el altar del dólar,
en  los secos y oscuros recovecos
por todos esos, tuyos, senderos enlodados,
América que poco a poco se deslíe
en los hilos de niebla
de esta aurora lechosa,
en tus tristes claveles marchitados,
América, también
viva y pintada en los cerrados ojos
de quien duerme a tu lado,
América que marcha
mirando frente a todos los abismos,
---
looking forward por norte, clama la propaganda---
con el intermitente diapasón
y con el pie cambiado
de esta hiriente sirena mañanera
en la que oyes  sus ruidos crepitar
con silenciosos pasos.

                                                                     II


To Sherry & Ken, to Georgette, to Samantha &Dan and to Gene & Cathy
 ( Jewish Cementery, Long Island, NY, primavera de 2012.)

Al fin dormís en paz,
y en este praderío deleitoso
gozáis del ultimo, final descanso,
al fin vosotros, Kaufman, Herzl, Wolinski,
Horowitz,  Russo, Freud, Reiter y tantos otros,
---
unveil ceremonial,
reza el muy consabido
ritual o protocolo---,
en el tranquilo seno del Señor,
en sus repliegues íntimos, el hondón  más recóndito
de su regazo saturnal, del más cruel,
arrumbado desván de todos los trasfondos.
La piedad familiar se reconcentra entonces
en el légamo dulce y en la memoria próvida,
en el ara y santuario
de esta quietud señera, este reposo.
Y así dormís al fin en paz, en tanto
sopla el viento en Long Island,
sobre el cercano mar y por los roquedales
y en las últimas briznas de las hierbas
y sobre el alto matorral y en medio
de castaños y robles y de olmos venturosos.
Oh  hijos de Israel, dormid tranquilos,
oh pueblo de Israel que aguardó siempre
la espada de su Dios
el puño de su acero,
que desde los orígenes del tiempo viera cómo
se cernía letal
sobre injustos y réprobos,
ahora no vigiláis, tampoco esperáis nada,
dormís tan solo,
seguros de que El
la ciudad de los vivos
otea desde arriba, velando por vosotros,
y esparce su palabra a todo viento,
el Libro,el Libro  que se dice único,
el de una vez sola proferido
y vuelto  portentoso,
con su hálito, cordial y despiadado,
que, acerada cuchilla, hiere el rostro,
su halo temerario,
brillante, cegador, gélido y despiadado,
---mientras el viento silba por Long Island---,
abierto ante vosotros.







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