martes, 7 de abril de 2015

DOS POEMAS ULTIMÍSIMOS

                      





Tanscribo aquí un par de poemas de estos últimos días, no sé si algo contaminados por el aire desmesuradamente fúnebre-festivo que se gastan en las celebraciones de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo allá mi tierra, en la que he estado (en la tierra, no en la Pasión, aunque bien mirado, pues también) estas semana pasada.

                      I

Te ha sido dado ya esperar a ver,
como al trasluz de un sol
caduco y preterido,
de qué modo la fiera
retícula de alambres
del cedazo penúltimo
dosifica la oblea de tus días.

Mellado por su usura, dice el vago,
pálido resonar
del agua estremecida de tu carne,
presa en la cuenta atrás
del ábaco infalible.

Y todo te recuerda, en la mirada oblicua
de esta especie de éxtasis al revés,
el hálito de ese eco
diferido que amplía
la prefiguración de las ultimidades,
el mudo reposar de la arenisca.

                      II
Con el denso matraz
de todas las memorias fermentadas,
con su híspido licor,
todavía seguimos.
                             Esperamos
el silbo solitario de la tarde,
entelerido y último.
Su trino infame informa
el rejo del arado de las horas, se hinca
en las lágrimas secas
y tiñe de un gris agrio y abortizo
las lunas estriadas de la piel,
la difusa y traidora,
acogotada  luz de los ocasos.

Y a la vuelta de tantos
detritus arrastrados por la lluvia,
seguimos todavía,
mas nos adelgazamos hasta un frío,
curvo desfiladero en donde se derrama
la ya cribada arena de las urnas,
en donde tañe en vano,
hinchada como un ahorcado obeso,
la afilada campana del silencio.


1 comentario:

  1. Pues sí, seguimos todavía. La pasión fúnebre o el sepelio festivo te han sentado estupendamente.

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