lunes, 5 de noviembre de 2012

AGUSTÍN EN EL CORAZÓN



   Hablé con él por primera vez en el ya remoto diciembre del 78, en los viejos locales de la CNT barcelonesa, en la Vía Layetana, por entonces recién devueltos a sus legítimos propietarios de preguerra por el aparato burocrático franquista del Sindicato Vertical, y recuerdo muy vívidamente cómo lo que más me llamó la atención, en la vibrante y oratoriamente considerada casi perfecta alocución que había soltado, y sobre todo en el coloquio que la sucedió,era la manera en que se las    apañaba para hablar de tú a tú --- de tú a tú, esto es, no ya solo desembarazado con soltura y facilidad de los equívocos supuestos en  e inherentes a una charla o conversación entre personas de eso que de modo un tanto burdo se suele llamar gente de condición social y cultural harto desigual, sino de verdad hermanado con ellos--- con algunos viejos militantes anarquistas catalanes, algunos de ellos ya entonces octogenarios,que mayormente fueron los que tomaron la palabra en el intercambio de opiniones y saludables invectivas que, como digo, siguió a la conferencia propiamente dicha. He de decir que yo entonces había acabado de iniciar mi veintena y estaba en Barcelona nada menos que haciendo la mili, de manera que no las tenía todas conmigo al asistir a un acto como aquel, con el pelo al cero, una raída anorak azul y el vaquero negro subiendo de las botas reglamentarias en el honroso ejercicio de servir a la patria . Ahora todo el mundo sabe que no habría pasado nada, que el gobierno de entonces --- el de Suárez, dos años y pico después de muerto el tirano--- y el mismo establecimiento militar tendrían cosas de mayor enjundia en que ocuparse, pero por  aquellas calendas uno ya llevaba por desgracia bastante interiorizado el miedo pasado los tres años anteriores en las facultades madrileñas, tanto al menos como para que éste aflorase a la menor , y además con los ribetes y flecos de una casi inevitable paranoia.

     Había subido aquella misma tarde Agustín de Madrid en compañía de nuestro desde ese momento común amigo, el malogrado economista y sociólogo zamorano Miguel Casquero, al que yo ya había tratado de un par de años atrás, desaparecido él mismo hará hoy cosa de 3 ó 4 años en muy penosas condiciones. El caso es que charlamos en el hall y luego en la calle, después de que Miguel nos presentara ---yo no poco nervioso, pues estaba conociendo, en carne mortal, al personaje que tanto admiraba (lo había visto de lejos un par de ocasiones antes en algunos mítines y charlas en Madrid, pero no me había atrevido o no había creído oportuno el tratar de acercarme a él),  y Casquero mirándonos con aquella sonrisilla y aquella zumba irónica que lo caracterizaba---,  y lo cierto es que lamenté mucho el no poder ir con ellos a cenar a un sitio de la cercana calle Avinyó, adonde amablemente me invitaban, en compañía, para más inri, de un par de atractivísimas y muy apetecibles aprendices de filósofas, doctorandas en Bellaterra, que ignoro si conocían de algo o cómo se les habían pegado, y esto porque, y ahí  sí que me jugaba algo más que el bigote, yo tenía que estar de regreso en el cuartel como máximo a las diez y media de la noche.

     Desde aquella lejana noche (¡34 años¡) tuve el impagable privilegio de tratarlo muy a menudo, en Madrid y en nuestra ciudad de Zamora, y creo haber aprendido de él tantas y tantas cosas oportunas y sustanciosas ---y ya se comprende que no me estoy refiriendo solo, aunque también, a esas de las llamadas culturales o intelectuales--- que difícilmente tendría con qué devolverle, así fuera en un grado mínimo, el favor..... si de verdad se tratara de eso. Era, en contra del interesado bulo propalado por algunos cerdos, afable y cariñoso con el otro si le cogía el tranquillo, cosa que en su caso ocurría casi de inmediato, y si no veía en él servilismo e interés, y sabía como nadie enseñar , sí, pero también--- lo cual extrañará que se diga de alguien de tan excepcionales talla y enjundia intelectuales---- aprender, si por ello se entiende lo que hay que entender: abrirse al otro, mirar con mirada piadosa y comprensiva también sus fallas y sus miserias: le gustaba mucho acudir a citas de Jesucristo, pues, al igual que otros muchos textos antiguos,  conocía los Evangelios prácticamente de memoria, sobre todo a aquélla de No juzguéis ... o aquella otra de Como los pájaros del cielo o los lirios del campo, despreocupaos del día de mañana...
     En fin, a mí me parece que la obra y el legado que Agustín nos deja son literalmente inmensos, y no puede menos, dicho sea de paso, que escandalizar el ominoso silencio, fuera del articulillo de circunstancias, que su muerte ha suscitado, salvo honrosas excepciones, en la clase intelectual española o ---lo que es bien mirado peor, solo que esto resulta del todo inevitable--- la cascada de tópicos hueros que algunos medios ( los que los Medios de formación de masas, como el llamaba con justeza, han destilado estos últimos días por ahí. ). Anoche mismo me alegró no poco, no obstante, leer el espléndido artículo que sobre Agustín mi buen amigo Antonio Castellote insertaba en su blog, así como la gentileza que para con su memoria y legado tenía mi también excelente amigo y compañero Rodolfo López Isern al copiar admirativamente en el suyo, sin duda con , en su caso, un arreón de comprensible nostalgia, los memorables dos Sonetos Teológicos que circularan en copias de ciclostil allá por fines de los sesenta entre los universitarios madrileños, antes de usarse, ya editándolos, como pórtico a la primera edición del Sermón de ser y no ser en 1973.

     Decía que la obra de Agustín es única y casi inabarcable, no tanto solo por la cantidad y calidad, ya de por sí excepcionales, sino sobre todo por la multitud de caminos sugeridos o apuntados, sugerencias y puentes que podrían tenderse entre disciplinas y saberes aparentemente dispares o alejados, y así por ejemplo, en las tertulias del Ateneo, que se dieron, semana tras semana, desde 1997 hasta hace apenas quince días, no dejaba de admirar cómo se las ingeniaba para pasar de un poema de Machado o de Unamuno a una tesis de Heisenberg o una cita de Einstein, del comentario de un hecho de la actualidad política al desmenuzamiento de un fragmento de Heráclito, de un enunciado matemático ---cuando no de la noción misma de "Número"--- a un comentario de un pasaje de la vieja física atómica de los antiguos en la Rerum Natura lucreciana o a la evocación de un dialoguillo entre personajes de una comedia de Woody Alle.... para demostrar o al menos sugerir que en todos esos sitios se venía a decir o a entrever  acaso sustancialmente lo mismo...

    
Sí, única e inabarcable... En el ámbito de la Linguística, ya sea clásica, indoeuropea o moderna, ahí están sus dos gruesos volúmenes, más de 900 páginas en total, de sus ensayos Del Lenguaje (1979) y De la construcción (Del Lenguaje II) (1983), eso para no hablar de sus otros dos no menos enjundiosos estudios y recopilaciones de ensayos Hablando de lo que habla (1989) y Contra la Realidad (2002) donde reformula y condensa, dinamizándolas y abriéndolas a otras perspectivas y caminos, varias tradiciones lingüísticas, sobre todo la chomskiana o generativista y la estructuralista de matriz americana desde Bloomfield, de quien prologó y criticó por extenso una amplia edición española de sus escritos hecha a mediados de los noventa por la Universidad del País Vasco. Por poner solo un ejemplo, entre otros muchos conceptos y nociones puestos por Agustín en circulación, considérese por los expertos y versados en lingüística su categoría de Instancia de Organización de Frase, desarrollada en el primero de los libros citados, y póngase en relación con la manera en que se ha enseñado o tratado de enseñar por lo común las categorías gramaticales convencionales.... Pero los que hacían cosas eran otros.... Una anécdota: allá por mediados de los ochenta, con ocasión de la publicación por el insigne y ya fallecido Don Fernando Lázaro Carreter de un breve volumen de Estudios de Ligüística que editó Crítica ---no recuerdo el año exactamente, ahora no tengo el libro a mano y no me apetece para nada buscarlo entre los anaqueles---, volumen que yo casualmente acaba de leer y que me atreví a citarle, mientras caminábamos, un oscuro atardecer invernal, a tomar un blanco a una taberna, ya desaparecida, que había, si mal no recuerdo, en la esquina de Luisa Fernanda con Martín de los Heros, me masculló entre dientes ése es un ignorante...y me dejó caer rápidamente, acto seguido, en un lenguaje algo elíptico y oblicuo, que el tal librillo(es muy probable que él le hubiera echado un rápido vistazo por arriba, pero con eso era a efectos prácticos más que suficiente), no pasaba de ser un refrito apresurado de algunas síntesis de la investigación corriente entre lingüistas americanos de segunda fila....por cierto, allí se permitía Don Lázaro descolgarse con la prenda, naturalmente en una nota a pie de página, de que Del ritmo del lenguaje,  que a Agustín le había publicado La Gaya Ciencia una década antes, no añadía ni aportaba nada sustancial a las investigaciones en curso....     En cuanto a la filología grecolatina propiamente dicha, baste echar un ojo a las ediciones, que en nada demerecen en cuanto a cuidado y esmero de las de los grandes filólogos alemanes del XIX, de un Willamovitz-Moellendorf o un Dhiels, de la Iliada (1995), del Rerum Natura (1997) o de los fragmentos de Heráclito (1985) para comprobar hasta que punto se alza allí, además de la apabullante y bien asimilada tradición de estudios eruditos, en la traducción al castellano, la más alta y requintada poesía, en la maravillosa adaptación y casi cabría decir que transverberación al genio de nuestra lengua, de los metros del  sabio y elegante artificio métrico, rítmico y versificatorio de los antiguos.....y no solo de los antiguos: ¿cómo se come el mamotreto de 1900 páginas en papel biblia del monumental y apabullante Tratado de Rítmica y Prosodia y de Métrica y Versificación (2005) , donde se exponen minuciosamente al menos 40 ó 50 tradiciones métricas y poéticas distintas, desde épocas remotas, desde los inicios védicos y mesopotámicos hasta los románticos del XIX y los simbolistas del XX, en no menos de otras tantas 40 ó 50 lenguas?

     Queda asimismo su labor como traductor. Tradujo con igual gracia ---pienso que solo, en la España moderna, Gabriel Ferrater, y para el ámbito lingüístico catalán, podría parangonársele como traductor literario----competenca y pericia de siete u ocho lenguas, por citar algún ejemplo desde algunos de los ya mencionados clásicos grecolatinos hasta los magnos y venerables Sonnets of love shakespirianos (versión que llevo fatigando, ay, no menos de treintaytantos años, sin que deje de revelarme, vez tras vez, alguna escondida maravilla más) o el Macbeth (cuya versión llevaron a las tablas por los pueblos de la provincia de Zamora, a mediados y fines de los cincuenta, él y sus alumnos del Instituto de Zamora, montando el tinglado muchas veces en un corral o en un pajar semiarrumbado.... en aquellos años: de vez en cuando nos contaba, él mismo maravillado, como aquellos pobres campesinos, muchos de ellos hambrientos y semianalfabetos, llegaron a esperar horas la reanudación de la función, sin moverse ni pestañear, porque se había ido la luz o porque la Guardia Civil requería un permiso gubernativo que faltaba), una prolija y farragosa biografía de Herder del alemán, la Philosophie dans le boudoir de Sade ( donde convierte el pedantesco y raciocinante francés del libertino marqués en un delicioso recipendario de no menos deliciosas obscenidades en español vulgar trufado de zamoranismos), textos en latín eclesiástico, en sajón antiguo, en latín medieval y muchos etcéteras.

     Respecto a la poesía dramática, publicó no menos de docena y media de piezas teatrales, todas ellas en verso( de todas ellas me quedo con Feniz o la manceba de su padre y con la "tragicomedia musical" Iliu Persis, que en la sin duda bien fundada opinión de su venerado maestro Tovar (en una reseña de El País ya en 1977 ), de representarse, abriría para el Teatro fronteras inimaginables e insospechadas . Pero, en fin, qué decir de la poesía, género en el que Agustín publicó más de veinte libros , libros en los que un servidor, ya desde la adolescencia allá por principios de los setenta, creyó aprender o medioaprender propiamente a fabricar versos....En esto casi preferiría no extenderme mucho...Bien poco se ha dicho y bien poco se conoce al que es para mí, y no solo para mí, uno de los más grandes poetas españoles de este pasado siglo, comparable a cualquiera del 27 o posteriores, pero, en fin, esto requeriría otra entrada por lo menos, y bastante extensa.

      Hablé más arriba de escándalo. Un par de pinceladas tan solo porque no me apetece y me aburre sobremanera detenerme mucho en el fangoso ---y aburrido--- asunto de las peculiaridades del mundillo literario español: escandaliza que, como poeta, pero también en todo lo demás, se le haya ninguneado, otra vez salvo honrosas excepciones, hasta lo indecible; seguramente provocaba demasiadas envidias: el volumen correspondiente de la HCLE de Francisco Rico le dedica línea y media, mientras se consagran docenas de páginas a ensalzar a los garciamonteros de turno: un reputado poeta español, aún vivo y de los más famosos de la así llamada promoción poética de los cincuenta, cuyo nombre omitiré por vergüenza ajena, se refirió en cierta ocasión a él llamándolo marmolillo ,sin duda celoso y picado en su honrilla y narciso por la afluencia de público ---tan masiva que a Agustín mismo le hacía gracia y no acertaba a comprender--- que suscitaran unas series de conferencias profesadas en La Fundación March  en 1985-86...En cuanto a él, tenía la elegancia de que no solía denigrar a nadie, pese a la anécdota que conté más arriba....aunque tampoco se puede decir que elogiara, habiendo lo que había y hay, a demasiados: entre sus contemporáneos, y entre los filólogos más o menos estrictos o profesionales, más de una vez le oí alabar el trabajo de Alvar o de García Gual, entre los más jóvenes que él, hablaba invariablemente con admiración de Azúa, de Víctor Gómez Pin, de Tomás Pollán y de algún otro.

     Se mueren los mejores, sí se van muriendo, en tanto vamos chapoteando, cada vez más, y con la que está cayendo, en un océano de estupidez acomodaticia, de pereza, miseria y cobardía. Qué le vamos a hacer. Qué pena. Una notita para acabar: para la desdentada, la Dama pálida, le copio aquí los cuatro últimos versos (vv. 2013-2016) del Sermón. " Bendito aquel que venga con la mano en alto/ y borre las cenizas de la muerte, un día/que la red de oro de par en par se abre al aire/ y se pierden los murciélagos por el hondo cielo". Pues eso, Agustín siemprevivo.

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